fuerzas en contienda

PFuerzas Aéreas de la República

Las Fuerzas Aéreas de la República (a veces, abreviadas como F.A.R.) eran la fuerza aérea de la Segunda República, aunque éstas estuvieran operativas como tal entre 1936 y 1939.

Popularmente se la conoce como «La Gloriosa». Esta extinta fuerza aérea es muy conocida por su intensa participación durante la guerra civil española, desde el comienzo de la guerra hasta su disolución en 1939, tras la derrota final del Gobierno republicano. Creada como una reorganización de las anteriores fuerzas aéreas republicanas (la Aeronáutica Militar, la Aeronáutica Naval y otras), nacía en el prestigio que habían obtenido los aviones republicanos durante la Defensa de Madrid y más adelante durante su decisiva intervención en la Batalla de Guadalajara contra las formaciones italianas. No obstante, desde la Batalla de Brunete su anterior superioridad se vio minada continuamente hasta la decisiva Batalla del Ebro (julio de 1938), de la cual la Aviación republicana salió en mayor inferioridad frente a la Aviación franquista. A pesar de que en sus últimos tiempos tuvo que combatir en franca inferioridad frente a la Aviación franquista (como también frente a la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria), se mostró combativa y siempre activa. Tras el final de la Guerra, muchos de los aviones de la F.A.R. que habían sobrevivido al conflicto fueron repintados con las insignias y distintivos de la Aviación Nacional (otros lo harían bajo los emblemas de la nueva compañía nacional de Transporte aéreo, Iberia) y siguieron prestando servicios durante muchos más años.

Historia

Para cuando comenzó la guerra civil española, en esas fechas en España había 400 aviones de distinto tipo: 100 estaban dedicados a labores comerciales, correo o transporte civil, mientras que la Aeronáutica Naval poseía otros 100 aparatos y al final estaban los efectivos de la Aeronáutica Militar. Tras el fracaso del Golpe de Estado y el comienzo de la contienda, eran leales al gobierno unos 200 aparatos y 150 pilotos de combate, mientras que los rebeldes se habían hecho con el control de unos 90 aviones y se les habían unido 90 pilotos militares.6 Pero muchos de los aviones militares en aquel momento se encontraban en reparación, desarmados o muy desgastados para seguir siendo usados. Debido al envío de material bélico por parte de Italia (que fue descubierto por las autoridades francesas), algunos funcionarios del gobierno de León Blum organizaron el envío de material a los republicanos. Aviones como los bombarderos Potez 54 o los cazas Dewoitine 371 fueron enviados a la zona republicana y recibidos en el aeródromo de Prat de Llobregat (Barcelona). Para el 8 de agosto habían sido enviados unos 70 aviones galos, mientras que entre el 9 de agosto y el 14 de octubre salieron 56 aviones más. En los primeros meses de la contienda las operaciones aéreas se concentraron en la Sierra de Guadarrama y en el Estrecho de Gibraltar: si bien la aviación republicana tuvo un buen desempeño en los combates al norte de Madrid, esta fue completamente ineficiente con el puente aéreo que los rebeldes establecieron para trasladar al Ejército de África. Además, la llegada de material aéreo dio el dominio de los cielos a los rebeldes, lo que se manifestó con el comienzo de los bombardeos sobre la capital: El 23 de agosto los Junkers Ju 52 alemanes bombardearon el aeródromo de Getafe, y el 25 lo hacían sobre Cuatro Vientos. Los días 27 y 28 de agosto fue bombardeado el centro urbano de Madrid, lo que reflejó la inferioridad en que se encontraban los aparatos republicanos, que también empezaban a estar muy desgastados o anticuados frente a los efectivos ítalo-germanos. Pero entonces iba a producirse un hecho que momentáneamente cambió el curso de la guerra.

Periodo de hegemonía aérea

El anterior aislamiento diplomático al que se vio condenada la República quedó en parte roto con la intervención de la Unión Soviética por iniciativa de Stalin, que organizó el envío de armamento, pilotos y técnicos para apoyar a las Fuerzas armadas republicanas. En octubre de 1936 comenzaron a llegar a la zona republicana un centenar de aviones soviéticos de primera línea que, en su mayoría, eran los cazas Polikarpov I-15 «Chatos» y Polikarpov I-16 «Mosca», que por entonces eran los más veloces en toda Europa. También llegaron otros aparatos como era el bombardero rápido Tupolev SB-2 «Katiuska» o el avión de ataque Polikarpov R-Z «Natacha». Los soviéticos también organizaron varias escuelas de vuelo y caza, además de organizar cursos de formación en la URSS (unos 800 pilotos españoles aprendieron a volar en la URSS ). En el éxito de la defensa de Madrid desempeñaron un papel muy importante los aviones enviados por la Unión Soviética con sus respectivas dotaciones, que entraron en acción nada más iniciarse el asalto a la capital por las tropas sublevadas a principios de noviembre de 1936. Así los 132 cazas soviéticos «Moscas» y «Chatos» disputaron la superioridad aérea a los 117 aviones de la Legión Cóndor alemana y a los cazas italianos, hasta entonces incontestada.
En marzo de 1937 los italianos lanzaron una importante ofensiva el Frente de Guadalajara, aunque el temporal de lluvias pronto retrasó su avance frente. Los republicanos, mientras tanto, se reorganizaron y enviaron refuerzos desde el Frente de Madrid, mientras que la Aviación republicana comenzaba sus ataques sobre las líneas de avance italiana. Los italianos no pudieron ofrecer una buena cobertura aérea a sus divisiones porque sus aeródromos de la provincia de Soria se habían convertido en un lodazal debido las incesantes lluvias, pero los republicanos podían contar con las pistas asfaltadas de su bases aéreas en Barajas, Alcalá de Henares y Guadalajara. Numerosos camiones italianos habían quedado atascados a lo largo de la N-II, por lo que se convirtieron en presa fácil para los «Natachas» que atacaban en vuelo rasante. Esta batalla significó un importante triunfo para los republicanos y especialmente para su aviación.

Unos meses después el ejército republicano emprendió una importante ofensiva cerca del Frente de Madrid, que pretendía cercar a las unidades franquistas que cercaban la capital. Para aquella operación concentraron a una fuerza de 140 -200 aviones, además de abundante artillería y carros de combate. Los combates comenzaron al amanecer del 6 de julio, cuando la 11.ª División del comandante Líster sobrepasó las líneas franquistas y alcanzó Brunete al cabo de unas horas, a la que se unieron otras localidades en los siguientes días como Villanueva de la Cañada, Quijorna o Villanueva del Pardillo. La aviación también se mostró muy activa: El día 8 el yugoslavo Boško Petrović derribó el primer Messerschmitt Bf 109 en la historia. La ofensiva de la República pronto encontró una fuerte oposición, además de la llegada de la Legión Cóndor. El 25 de julio las operaciones militares finalizan tras la reconquista franquista de Brunete. Los republicanos sufrieron numerosas bajas, así como importantes pérdidas materiales con alrededor de 100 aparatos destruidos, frente a los 23 que han perdido los sublevados y sus aliados.
En agosto las unidades republicanas se trasladaron al Frente de Aragón para emprender allí nuevas acciones. El objetivo ahora era Zaragoza, capital de Aragón e importante nudo de comunicaciones, que además se hallaba mal defendida como el resto del frente sublevado en esta zona. Lo cierto es que el plan republicano fracasó, puesto que los brigadistas internacionales se acercaron a la ciudad pero no tuvieron fuerza para atacarla, y al final el Ejército Popular se centró en la conquista de Belchite. La aviación republicana centró sus esfuerzos en atacar objetivos en la retaguardia de los sublevados, como bases militares o el bombardeo de Pamplona, Zaragoza o Calatayud en octubre y noviembre. La acción más importante fue el Bombardeo del Aeródromo de Zaragoza. Ataque que se produjo en la madrugada del 15 de octubre, cogiendo totalmente por sorpresa a los pilotos y equipos de tierra. Durante el mismo fueron destruidos 3 Junkers 52, 6 Fiat CR.32, y 3 Heinkel He 46, además de causar graves daños a otros aparatos de la base. Estos últimos ataques preparaban el terreno para una nueva operación del «Ejército Popular», esta vez sobre Teruel. El ataque del ejército republicano se inició el 15 de diciembre y después de dos semanas de duros combates la plaza fue tomada el 7 de enero de 1938, en lo que inicialmente constituyó un gran éxito. Los franquistas enviaron importantes refuerzos para recuperar la ciudad. Los combates aéreos y terrestres continuaron durante enero y febrero, hasta que el 22 de febrero la ciudad volvió a la zona sublevada. La ofensiva franquista continuó en el Frente de Aragón, a la que el Ejército Popular pudo hacer poca oposición. La aviación republicana, que había sufrido un importante desgaste en Teruel, se vio en inferioridad frente al despliegue franquista y de sus aliados germano-italianos. El 15 de abril los requetés navarros alcanzaban la costa mediterránea en Vinaroz (Castellón) y la zona republicana se vio cortada en dos. El final de la contienda ahora parecía estar cerca.

Hacia la derrota

Tras el corte de la zona republicana, el General Franco impartió órdenes para que comenzara un nuevo avance hacia el Levante, con el objetivo de capturar la resistencia. Sin embargo, estos se encontraron con una resistencia republicana reorganizada y más endurecida que durante los combates en Aragón. Esta resistencia se vio acompañada del envío de más armamento soviético, como fue el caso de los 99 nuevos cazas «Supermoscas».21 Las F.A.R. obtuvieron un importante éxito defensivo durante los combates en Levante cuando, el 23 de mayo, 3 escuadrillas de «moscas» derribaron 22 aviones franquistas (17 aviones Fiat CR.32 y 2 Savoia S.M. 79). En julio, cuando los combates en Levante se encontraban en su clímax, el Ejército popular lanzó una nueva e importante Ofensiva en el Ebro, que logró sorprender a las tropas del Cuerpo de Ejército Marroquí y adentrarse en sus posiciones. La aviación republicana, sin embargo, tardó varios días en acudir a este sector y cuando lo hizo era demasiado tarde. Los combates en el Ebro continuarán a lo largo del verano y el otoño de 1938. Mientras tanto, los republicanos recibieron una importante llegada de refuerzos aéreos: 12 «supermoscas», 50 «moscas», 50 «chatos» y 24 «Katiuskas». Cuando a mediados de noviembre finalizaron los combates en el Ebro, las F.A.R. habían perdido más de 120 aviones en la batalla y buena parte del resto se encontraban muy desgastados. Esta batalla supuso una sangría para las Fuerzas Armadas republicanas, y también decidió el destino de la República. A pesar de la derrota, a comienzos de diciembre las F.A.R todavía lanzaron un audaz ataque sorpresa contra el Aeródromo de La Cenia, donde estaban estacionados los aviones de la Legión Cóndor, logrando destruir 7 Messerschmitt Bf 109E recién llegados para el próximo ataque. A finales de año comenzó la Ofensiva de Cataluña, en la que las Fuerzas aéreas republicanas estuvieron en completa inferioridad desde el comienzo hasta el final. Durante los meses de enero y febrero de 1939, los ataques a los aeródromos republicanos en la zona serán una práctica sistemática: En el aeródromo de Figueras son destruidos 5 aviones, aunque en el ataque al Aeródromo de Vilajuïga se produce la mayor destrucción con 35 cazas («Chatos» y «Moscas») y algunos bombarderos «Katiuska».

Tras la caída de Cataluña, a finales de marzo se produce el derrumbe del frente republicano en la zona centro, y paulatinamente irán cayendo las capitales de provincia o fortalezas que todavía resisten. El 1 de abril finalizaba oficialmente la guerra.

Aviación Nacional

Aviación Nacional o Fuerza Aérea Nacional o Ejército Nacional del Aire hace referencia a las fuerzas aéreas que apoyaron al Bando Sublevado durante la Guerra Civil Española (1936-1939) frente a las Fuerzas Aéreas de la República Española. Además de la Fuerza aérea propiamente dicha que apoyaba a los sublevados, estos también contaban con el apoyo material y logístico de la Alemania nazi y la Italia fascista, pero también con el apoyo militar de dos ramas militares propiamente dichas: La Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria.

Al finalizar la contienda se hizo cargo de los efectivos de la antigua Aviación republicana y fue sustituida por el nuevo Ejército del Aire, que es la unidad que ha llegado a nuestros días.

Historia

Orígenes

Cuando se produjo el Golpe de Estado en España de julio de 1936, los rebeles se hicieron con el control de 90 aviones de un total de 400 aviones que había en España antes de la guerra (de estos, no todos eran militares y muchos eran avionetas civiles). De hecho, originalmente los rebeldes solo contaron con 10 cazas Nieuport-Delage NiD 52 repartidos por varios aeródromos.2 Y de los pilotos militares, 90 se unieron a los sublevados aunque estos también contaron con pilotos particulares (especialmente los del «Aeroclub de Andalucía»). En esta situación los sublevados enviaron emisarios a Italia y la Alemania nazi solicitando ayuda militar y aviones: Mussolini y Hitler respondieron de buen grado, y con ello dio comienzo el envío de ayuda militar.  Los primeros Junkers Ju 52 comenzaron a llegar al Marruecos español para el 29 de julio, totalizando el envío con veinte Junkers y 6 cazas Heinkel He 51, acompañados de 86 operarios de la Luftwaffe. Para entonces también habían llegado una decena de Savoia-Marchetti S.M.81 procedentes de aeródromos de Cerdeña. En adelante siguió llegando ayuda militar de ambos países, hasta conceder supremacía aérea a los sublevados, especialmente durante el avance del Ejército de África en la Campaña de Extremadur.  A finales de agosto llegaron los cazas Fiat CR.32 y debutaron sobre Extremadura, ampliando aún más la ventaja sobre la Aviación republicana.

Debido a las derrotas del verano, en septiembre la aviación republicana fue reformada internamente y desde octubre contó con la llegada de aviones y técnicos soviéticos, circunstancia que le dio la supremacía aérea.  Esto se manifestó plenamente durante las batallas de Jarama y Guadalajara, y del largo asedio a Madrid, donde logró controlar los cielos frente a italianos y alemanes. La superioridad aérea de los republicanos empezó a decaer tras la Batalla de Brunete, donde los Messerschmitt Bf 109 y los Heinkel He 111 de la Legión Cóndor impusieron su dominio. Las pérdidas materiales de ambos fueron ilustrativas: 100 aviones republicanos de las FAR frente a los 23 que perdieron los sublevados y alemanes.10 Brunete significó el comienzo de la superioridad aérea del Bando sublevado durante el resto de la contienda.

Hacia la victoria

La resistencia de la capital llevó a un cambio de planes en el Bando sublevado y a que los objetivos se enfocaron se enfocaran en el Frente Norte, donde los republicanos mantenían una franja territorial que se extendía por Asturias, Santander y Vizcaya. Aquí los franquistas ostentaron siempre de una superioridad aérea casi total, lo que se vio reflejado en el Bombardeo de Guernica. Durante la Ofensiva de Asturias la «Legión Cóndor» y los aviones franquistas actuaron casi a placer, sin encontrar respuesta de los republicanos. Tras la caída del Norte, los esfuerzos se dirigieron a otros sectores.

Durante la ofensiva de Aragón, junto con alemanes e italianos logró obtener una completa superioridad aérea, destrozando la retirada republicana y poniendo en práctica algunas teorías de la Blitzkrieg alemana que luego se verían durante la Segunda Guerra Mundial. Los avances llegaron al Mediterráneo y continuaron hacia Valencia, pero los ataques en el Levante se vieron detenidos a finales de julio con el inicio de la Batalla del Ebro. La ofensiva republicana representó una gran amenaza, por lo que los sublevados, italianos y alemanes concentraron 300 aviones en los aeródromos de la zona.  Durante las semanas de agosto y septiembre oleadas de cerca de 200 aviones atacaban las posiciones defensivas republicanas que, a pesar de todo, lograban resistir. Los ataques contra los puentes y pasarelas sobre el río tampoco resultaban fáciles, pues era necesario arrojar hasta 500 bombas para destruir un puente. Cuando en noviembre terminaron las operaciones en el Ebro, las fuerzas sublevadas habían sufrido importantes pérdidas pero la aviación republicana había perdido más de 120 aparatos y se hallaba muy quebrantada.

La última gran ofensiva tuvo lugar unas semanas después, destinada a conquistar Cataluña, para lo cual los sublevados y los italo-germanos reunieron una fuerza de 500 aviones. Durante enero de 1939 las incursiones aéreas sobre la zona republicana en Cataluña fueron constantes, especialmente contra el puerto de Barcelona y las carreteras y los ferrocarriles.  Los bombardeos también afectaron al tráfico mercante en el mar y a las líneas de suministro en la retaguardia republicana. Tras la caída de Cataluña, la guerra estaba decidida y con el desmoronamiento del frente republicano a finales de marzo, el 1 de abril de 1939 se anunció el fin oficial de la contienda.

Aviación legionaria

Se denominó Aviación Legionaria (en italiano: Aviazione Legionaria) al conjunto de unidades aéreas enviadas por la Regia Aeronautica italiana, en apoyo de los sublevados durante la Guerra Civil Española desde agosto de 1936 hasta el final del conflicto. Durante la contienda la principal base de operaciones italianas estuvo situada en Mallorca, desde la que partían los ataques tanto a las rutas de suministros italianas como las ciudades de la retaguardia republicana, especialmente las de la costa levantina. La jefatura de la Aviazione Legionaria se encontraba en el aeródromo de Son San Juan.

Historia

El 30 de julio de 1936 despegaron de Elmas (Cerdeña) doce trimotores Savoia-Marchetti S.M.81 de la Regia Aeronautica, primer contingente de la ayuda italiana a Franco, para trasladarse en vuelo al Marruecos español, zona bajo control de los insurgentes. En el viaje se perdieron (por escasez de combustible a causa de un fuerte viento contrario) tres aviones, uno de ellos sobre el mar, otro capotado y el tercero aterrizando en zona francesa. Con ellos estalló el escándalo de la intervención italiana que poco a poco fue ampliándose con cazas Fiat CR.32; en un comienzo se formó la llamada Aviación del Tercio, disimulando a los pilotos con documentación legionaria y «nombres de guerra», pero más tarde se constituyó un auténtico cuerpo aéreo expedicionario denominado ya como Aviación Legionaria.

Su primera intervención en combate la realizan cazas CR-32 en las operaciones del frente de Manacor (Mallorca) contra el frustrado desembarco republicano en la isla (agosto-septiembre de 1936). Sería aquí donde establecieran su principal base de operaciones, especialmente en el Aeródromo de Son San Juan con su cuartel General. En realidad durante toda la contienda Mallorca se convirtió en una auténtica base militar italiana.

Durante la contienda llevarían a cabo numerosos bombardeos estratégicos sobre la retaguardia republicana, como el Bombardeo de Durango y el de Guernica junto a la Legión Cóndor. No obstante, sería en 1938 cuando realizaron el grueso de sus bombardeos, de los cuales especialmente destacados son los Bombardeos de Barcelona en el mes de marzo, o los de Alicante y Granollers a finales de mayo, que se cobraron un elevado saldo de víctimas mortales. En total, de enero a junio de 1938, la Aviación Legionaria italiana realizó 782 ataques aéreos en la costa mediterránea española controlada por los republicanos, lanzando 16.558 bombas.

Legión Cóndor

La Legión Cóndor (en alemán: Legion Condor) fue el nombre dado a la fuerza de intervención mayoritariamente aérea que el III Reich envió en ayuda de las fuerzas del dictador Franco para luchar en la guerra civil española. Adolf Hitler, canciller alemán, a sugerencia del jefe de la Luftwaffe, Hermann Göring, y con la intención de probar el arma aérea alemana en una guerra convencional, ofreció a Franco de forma secreta apoyo aéreo para su ejército terrestre. Esta ayuda consistió en apoyo logístico, transporte de tropas, suministros, carros de combate (sobre todo Panzer I) y artillería, creándose la primera escuela de carros de combate, bajo el mando del coronel del ejército alemán Wilhelm von Thoma, en el Castillo de las Arguijuelas de Arriba en las cercanías de la ciudad de Cáceres.

La intervención alemana en la Guerra Civil permitió a Hitler mejorar la calidad de sus aparatos y reparar los defectos de su arma aérea, preparándola para la ofensiva mundial que estaba planeando. Un ataque normal podía consistir en un vuelo previo de toma fotográfica. A continuación los bombarderos (unos 80 Junkers y Heinkel alemanes en 1936) eran custodiados por cazas italianos y más aviones de captura fotográfica. La precisión de sus bombas era sorprendente y revela un estudio detallado de los objetivos. Con el tiempo, se demostró como una de las piezas elementales en la victoria de Franco.

Antecedentes: La sublevación del 18 de julio

El 18 de julio de 1936 estalló una rebelión militar en el Protectorado español de Marruecos, que acabaría degenerando en una auténtica Guerra Civil. Lo cierto es que tanto los sublevados como las fuerzas gubernamentales no eran lo suficientemente fuertes como para vencer al contrario, pero el problema de los sublevados en Marruecos era mucho más grave: La flota se había mantenido fiel al gobierno y controlaba las aguas del estrecho de Gibraltar con lo que el paso a la península estaba cortado. Se necesitaba del empleo de aviones y el comandante del Ejército de África envió telegramas solicitando ayuda a los únicos líderes internacionales con posibilidad de que respondieran: Adolf Hitler y Benito Mussolini. El dictador italiano accedió al envío de una decena de aparatos de transporte y suministros militares, mientras que Hitler demoró su decisión hasta la intervención del entonces Ministro de Economía de Reich, Hermann Göring. En el Marruecos español se encontraba un importante hombre de negocios, Johannes Bernhardt, y sería él quien bajo sus influencias constituiría la figura en la sombra que tejía la ayuda alemana a Franco. Así, mediante la Operación fuegos mágicos (Unternehmen Feuerzauber) se dio comienzo a los preparativos para la aventura española, en la que el III Reich utilizaría España como un particular campo de tiro. El 24 de julio Bernhardt y Adolf Langenheim, el líder local del NSDAP en el Marruecos español, aterrizaron en el aeropuerto de Berlín-Tempelhof. Rudolf Hess, secretario de Adolf Hitler, organizó una reunión con el Führer al día siguiente, en el Festival de Bayreuth, después de una representación de Sigfrido de Richard Wagner.

En la noche del 25 al 26 de julio, en Bayreuth, tuvo lugar la conversación de Hitler con Langenheim y Bernhardt, quienes transmitieron la petición de Franco del envío de aviones de transporte, y finalmente se tomó la decisión fundamental de apoyar al general español. Estaban involucrados en la decisión (además de Hitler) el ministro del Aire, Göring, y el ministro de la Guerra, Von Blomberg, quienes también estaban presentes en Bayreuth

Historial de operaciones

Del cruce del estrecho a las batallas por Madrid

Al inicio de la batalla de Madrid, llegó el primer contingente importante de tropas y equipo de la primitiva Legión Cóndor. Una vez instalados en bases españolas (la sección de hidroaviones lo hizo en Palma de Mallorca, mientras que el resto de unidades en la península ibérica) las unidades aéreas se dedicaron a bombardeos estratégicos sobre Madrid (iniciados ya por los sublevados, ahora continuados por los alemanes) con una intensidad cada vez mayor. Lo cierto es que los asesores militares alemanes buscaban ver el comportamiento de la población madrileña ante este tipo de bombardeos y su reacción. Las operaciones posteriores al asalto a Madrid (especialmente durante los combates en el Jarama) significaron un fracaso para Franco porque no pudo doblegar la capital, pero para la Legión Cóndor supuso todo un campo de aprendizaje en el empleó a gran escala de armas modernas en una batalla terrestre que tácticamente no había cambiado mucho desde las de la Primera Guerra Mundial.
Tras la derrota italiana de Guadalajara, las escuadrillas de la Legión Cóndor se trasladarían al frente norte y solo volverían al centro con motivo del Contraataque republicano en Brunete. Aquí las tropas republicanas lograron conseguir un importante éxito inicial pero, como sería habitual en sus ofensivas, esta se agotó después de unos días. Y al contraataque sublevado se unió la respuesta aérea de la Legión Cóndor, que con la presencia de los nuevos Messerschmitt Bf 109 y los Heinkel He 111 concedió el dominio absoluto del aire a los sublevados, y Brunete fue reconquistado de nuevo. Las pérdidas de la Legión Cóndor fueron mínimas en comparación con el daño infligido a la aviación republicana.

Campaña del Norte
Madrid resultó un hueso muy duro de roer para Franco, por lo que este puso sus ojos sobre el frente norte, militarmente débil y políticamente desunido. Las escuadrillas alemanas se estaban trasladando hacia el Cantábrico cuando se produjo el bombardeo de Durango, antesala de otro en el que la futura Lutfwaffe sería partícipe.

El bombardeo de Guernica
La Operación Rügen —como se llamó en clave el bombardeo de Guernica— el 26 de abril de 1937 fue la primera vez que la acción de la fuerza aérea alemana causó un gran número de víctimas civiles. Los alemanes habían estado practicando nuevas técnicas («Bombardeo en alfombra») hasta entonces nunca vistas, sobre objetivos aislados como el Bombardeo de la Fabricona de Golpejar (días antes del bombardeo de Guernica).Se dieron órdenes a los pilotos de bombardear el puente de Rentería y la ciudad vasca de Guernica, poblada por 7000 habitantes. El puente, que constituía el principal objetivo militar del bombardeo aéreo, se salvó paradójicamente. La operación dio lugar a una mordaz condena internacional. Fue entonces cuando la atención internacional se centró en la participación de la Alemania nazi y la Italia fascista en el conflicto. Hasta entonces, la política alemana de ayuda militar y de personal técnico se había negado públicamente o había sido silenciada. Con el bombardeo fue comunicada públicamente, de conformidad con la posición de neutralidad que había declarado durante la firma del Pacto de no intervención, aunque ni Francia ni Gran Bretaña hicieron reacciones al respecto.

Con posterioridad, esta destrucción ha recibido amplia cobertura mediática y ha creado una percepción internacional de lo que fue la participación alemana en el conflicto español. El régimen de Franco, ante el rechazo internacional, siempre intentó negar su participación en el bombardeo y acusó al bando republicano de ser el responsable de la destrucción de la villa vasca en clara alusión a lo ocurrido durante la batalla de Irún el año anterior. Con posterioridad reconoció que el bando republicano no había sido el responsable, aunque advirtió que solo los oficiales alemanes son responsables del ataque, a pesar de que su personal lo había aprobado, de conformidad con las tácticas de terror de masas empleadas en Bilbao, Madrid y Barcelona. No obstante, nunca ha estado del todo aclarada la participación y el grado de conocimiento que el bando sublevado tuvo respecto a la planificación del ataque. El Gobierno vasco de la época cifró las víctimas del bombardeo en 1.654 muertos y 889 heridos —sin precedentes en bombardeos de objetivos civiles hasta el momento—. La publicación de estas cifras provocó una protesta internacional, que sería la inspiración de la pintura Guernica de Pablo Picasso, que desde entonces se ha convertido en icono de los horrores de la guerra. El bombardeo de Guernica muestra, de alguna manera, cómo las fuerzas fascistas del general Franco en España habían llegado a depender en gran medida de la pericia de los pilotos alemanes e italianos, pero también la independencia con que actuaban estas respecto al bando sublevado.